lunes, 24 de marzo de 2014

Capítulo 13.

Capítulo XIII

Quiero ser tuyo.

Al final no había resultado tan difícil explicarle a Sam lo que sucedió aquella noche. Ella lo miraba con los ojos abiertos como platos y no dejaba de pedirle perdón por todo. Aún así, él no era nadie para juzgarla... Oh, vamos, la conoció gracias a que su padre y la hermana de ella estuvieron internados en la misma habitación, y eso suena totalmente patético.

Su padre.

Había muerto hacía no muchos días, pero no quería decírselo a Samantha por el hecho de que no quería causarle más complicaciones. Ya tenía suficiente con lidiar que sus padres sepan que se drogaba, y que su hermana pequeña esté totalmente decepcionada. No quería hacer que se preocupe por él. 
Y aún y así, Eric día a día resultaba volverse más loco por aquella chica. El simple hecho de haberse encontrado en esa horrible habitación del hospital había cambiado su vida. Ahora tenía un propósito por el cual seguir luchando y seguir adelante. Y cuando ella le rozó los labios aquella noche, ¡Oh!, creyó haber conocido lo que era la felicidad. Y desde entonces nació una pequeña esperanza en él con ella. Cada noche imaginaba que se sentiría poder abrazarla, sentir su perfume de cerca, tomarla de la cintura, poder besarla y decirle que en realidad no importa qué haga o deje de hacer, que nunca la iba a juzgar por nada, ella merece ser feliz de cualquier forma... 
Pero claro que había algo de por medio en ese sueño, en esa pequeña llama de esperanza, y tenía nombre: Damián. 
Nunca le pareció un buen chico, además ahora quería salir con Sam al cine... Y había terminado con su novia hacía apenas un día. Eric estaba más que seguro que sabía lo que iba a pasar. Deecho, cualquier persona podría darse cuenta de que Damián sólo la quiere utilizar. Y Samantha es bastante inteligente -por más que se queme las neuronas con cocaína y LSD- como para darse cuenta de eso. Quizá lo sabe pero quiere aprovechar el momento y hacer realidad su sueño. Quién puede saber lo que pasa por la cabeza de esa chica...

**

Después de que Eric me haya contado que lo besé aquella noche no pude evitar las lágrimas cuando volvía hacia casa. ¿Por qué tengo que cagar absolutamente todo? Por supuesto, porque soy una zorra. Es la única respuesta que hay. Aunque Teresa me lo diga en broma, sé perfectamente que lo soy. La última relación que quise mantener me aburrió a los dos meses y me metí con varios chicos y chicas. Cada fin de semana si no me despierto en la casa de Teresa, es en la de algún desconocido/a. Y aún y así ni el sexo, ni el alcohol, ni las drogas logran destruir ese sentimiento de odio hacia mí misma. Sólo me destruyen más. Y quizás eso es lo que quiero al fin y al cabo, destruirme. 
Alejé todos esos pensamientos de mí y me dediqué a entrar en mi casa y vestirme rápido. Me quité el delineador corrido y me hice una delgada línea arriba de los ojos, me puse una camiseta de Hard Rock Café y unos shorts rojos, junto con unas zapatillas negras. Al cabo de cinco minutos ya estaba Damián tocando la puerta, y puesto que estaba sola, bajé a abrirle. 
Estaba tan perfecto como siempre, y si es posible, más aún. Llevaba una campera de cuero y unos jeans desgastados, nada en particular resaltable, pero para mí era completamente perfecto. Y estaba ahí sólo y únicamente para mí. La chica rara del colegio que tiene una mochila repleta de pins, en la que nadie se interesaría. 
Al verme esbozó una sonrisa.
- Wow, Sam, estás realmente hermosa.
- G... Gracias...
- ¿Vamos?
- Claro...
E hizo algo inesperado para mí: me agarró de la cintura, como si fuese si novia, totalmente común y corriente. Y yo no cabía de mi felicidad en sí. 
El resto de la noche siguió de maravilla. En la película, como todo adolescente de nuestra edad, no hace falta decir que no estuvo demás que me bese y/o manosee -aunque lo último me pareció más de mal gusto por parte de él, pero oh, vamos, ¡es un chico!-. Y una vez terminada la película fuimos a un bar por algo de café. Charlamos un poco de cosas que nos interesan, y descubrí que no tenemos casi nada en común. Finalmente me dejó en mi casa y quedamos en ir al otro día a su casa a cenar ya que no estaban sus padres.

Claro que apenas entré en mi casa tomé el teléfono y llamé a Teresa para contarle todo.
 - ¡Pero Samantha! ¿Sos estúpida o tragaste agua de mar? No te das cuenta de que lo único que quiere ese chico es...
- ¿Sexo? Sí, lo sé. Pero ¡Oh, vamos! Soy tan feliz, no puedo creer que esto me esté sucediendo.
- No, no me refería a sexo, me refería a usarte por Ayelén, pero...
- ¿Qué? ¿Te volviste loca? Jamás haría eso, estoy segura.
-Uhm, bueno, creé lo que quieras. Yo sólo quiero lo mejor para vos.
Y luego de un giro de conversación y un par de estupideces más, cortamos. Aún así me enojó bastante su actitud, no estoy lo suficientemente ciega como para no darme cuenta de eso. Estoy más que segura que está interesando en mí.

**

Teresa colgó el teléfono, resignada. Su amiga nunca jamás iba a entender que ese chico no era el mejor para ella. Pero bueno, si no quería escucharla... Ya se daría cuenta por sí misma cuando caiga de esa nube de ilusiones y se de cuenta de la realidad. Hasta entonces tenía cosas más interesantes en las que gastar su tiempo, en vez de preocuparse por Samantha. Si tanto decía que estaba bien, pues perfecto, ya no necesitaría estar tanto con ella. Su vida no dependía de una drogadicta. Ella también tenía amigas, ella también tenía vida. Así que luego de un tiempo descolgó el teléfono y marcó el número de algunas amigas de ellas, a las que hace tiempo que no veía, para salir al centro comercial, a tomar un helado, a caminar, a cualquier lugar que la deje lejos de Sam. Porque sentía ya como si la estuviese asfixiando.

**

Eran las 3 a.m. si no me equivoco, y estaba volviendo de la casa de Damián. Estaba lloviendo y yo sólo tenía una remera -que por cierto, estaba totalmente arrugada- además de estar completamente despeinada. Cuando estaba por entrar a mi casa, me percaté de que había alguien sentado en la puerta, y cuando me acerqué más...

Era Eric. 

- ¿Pero qué demonios..?
- Eso debería estar preguntándomelo yo. -Sonaba totalmente serio y angustiado a la vez, algo que nunca jamás había visto en él-.
- Eric, ¿Qué sucede? ¿Qué haces a esta hora?
- Eso también debería preguntártelo yo, ¿No crees? -me miró sombríamente- Esta noche habíamos quedado en ir a jugar al pool. ¿Recuerdas?
- ¡Oh, por supuesto! Me olvidé completamente, lo siento tanto...
- No creo que sea tan así. Por la pinta que traes -me miró de arriba a abajo-, y por el olor a sexo que tenes encima no me parece que la hayas pasado tan mal con Damián, ¿o me equivoco? 
Su enojo se hacía cada vez más evidente.
- Lo siento muchísimo Eric, yo, yo...
- ¿Qué me vas a decir, Samantha? Sí, lo sé, soy un perfecto estúpido por estar  a donde estoy parado ahora mismo, en la pierta de tu casa, esperándote. Aunque supuse con lo que me iba a encontrar si te esperaba, quería comprobar si era cierto. Está bien, no me enojo. Sólo prometeme que la próxima vez no me vas a dejar plantado, ¿Está bien? -intentó sonreír- Tampoco te merecés que yo te esté diciendo todas estas cosas así que, perdoname a mí. 
Me abrazó durante un largo tiempo, y cuando nos separamos lo invité a quedarse a dormir en mi casa, y después de insistirle durante un tiempo, aceptó. 

Y simplemente hicimos eso, dormimos. Sin abrazarnos, sólo tomándonos de la mano. Y mientras él dormía  a mí se me caían las lágrimas. Otra persona más a la que he lastimado. Dañé a tanta gente, cuando nunca lo deseé realmente, que me hace sentir pésima, totalmente pésima...

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Ay pero que Herrmoso capítulo♥ Me encanta como escribís, como a través de las palabras me haces experimentar el mundo de Samantha :D Amo esta historia, espero ansiosa la próxima parte XOXO ♥

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  3. Oh, se ve muy interesante la historia: entretenida y fácil de leer. Me gusta el estilo de Samantha, una chica 'rockera'. También esta muy bien descrito. Creo que seguiré leyendo la novela a partir de ahora. Te sigo.

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XO